miércoles, 10 de marzo de 2010

Paul Celan / Propuesta de Gonzalo

(Poema original)

TÜBINGEN, JÄNNER

Zur Blindheit über-
redete Augen.
Ihre –“ein
Rätsel ist Rein-
entsprungenes”-, ihre
Erinnerung an
schwimmende Hölderlintürme, möwen-
umschwirrt.

Besuche ertrunkener Schreiner bei
diesen
tauchenden Worten:

Käme,
käme ein Mensch,
käme ein Mensch zur Welt, heute, mit
dem Lichtbart der
Patriarchen: er dürfte,
spräch er von dieser
Zeit, er
dürfte
nur lallen und lallen,
immer-, immer-
zuzu.

(“Pallaksch, pallaksch.”)


TUBINGA, ENERO
(Traducción de José Luis Reina Palazón)

A la ceguera con-
vencidos ojos.
Su –“un
enigma es brotar
puro”- su
recuerdo de
flotantes torres de Hölderlin, de gaviotas
revoloteadas.

Visitas de carpinteros ahogados con
estas
palabras sumergiéndose:

Si viniera,
si viniera un hombre,
si viniera un hombre al mundo, hoy, con
la barba de luz de
los patriarcas: debería,
si hablara de este
tiempo,
debería
sólo balbucir y balbucir,
siempre-, siempre-,
asíasí.

(“Pallaksch, Pallaksch”.)

TUBINGA, ENERO
(Traducción de José Ángel Valente)

A la ceguera per-
suadidos ojos.
Su –“un
enigma es
manantía pureza”- su
recuerdo de
flotantes hölderlinianas torres en
un vuelo circular de gaviotas.

Visitas de carpinteros ahogados con
estas
sumergidas palabras:

Viniera,
viniera un hombre,
viniera un hombre al mundo, hoy, llevando
la luminosa barba de los
patriarcas: debería,
si de este tiempo
hablase, de-
bería
tan sólo balbucir y balbucir
continua, continua-
mente.

(“Pallaksch, Pallaksch.”)

Paul Celan, Die Niemandsrose (la rosa de nadie), 1963.

COMENTARIO:

Siempre me conmocionó este poema porque comienza hablando de la ceguera y acaba en balbuceo. Un poeta habla de otro poeta. Dos cumbres de la poesía alemana: Hölderlin y Celan. Se cuenta que las últimas palabras de Goethe, en el instante previo a su apagamiento, fueron “más luz”. Más claridad, más visión, más razón. Se cuenta que Hölderlin se volvió loco (demencia paranoide). Los primeros versos abren el poema invocando la ceguera para acabar con unos sonidos inarticulados, sin sentido, sin razón. Se cuenta que Hölderlin durante más de tres décadas de soledad vivó la última etapa de su vida encerrado en una torre en Tubinga, aislado del mundo, inmerso en su locura, a orillas del río Neckar. Se cuenta que un carpintero cuidaba al poeta vidente que podía desde su torre observar el eterno fluir del río. Se cuenta que en sus últimos días no brotaban de su boca más palabras que “Pallaksch, Pallaksch”, un balbuceo sin sentido o tal vez un sentido entre paréntesis, como lo escribe Celan, en suspenso.
Mientras Hegel, que de joven quería ser poeta, explica desde su cátedra en Berlín la completa racionalidad del mundo, Hölderlin, que de joven quería ser filósofo, balbucea en su torre.
El poema me hace pensar en una especie de apagamiento del sentido, en un ahogado espanto que no se puede expresar. De ahí ese paréntesis final (inexpresable para la voz), de ahí esos versos que acaban cortando una palabra (y que genialmente vierte Valente). Son elementos que le dan una peculiar cadencia e irrealidad y que nos llevan al mántrico o salmódico descenso a la locura de la segunda mitad: viniera, viniera un hombre, viniera un hombre hoy...
Y en esos versos aparece la luz, en la barba de los patriarcas: si viniera uno de esos sabios debería, si hablase de este tiempo, tan sólo, constantemente, decir lo que dijo Hölderlin, balbuceos. Decir otras palabras, no balbucear, sería mentir. Asíasí.

Y ¿qué puede decir el lenguaje sobre el mundo, sobre la vida? ¿qué dicen esas sumergidas palabras (tauchenden Worten), las palabras finales del poeta, las únicas que podrían decir los sabios?

Pallaksch, tal vez, nombre el silencio, la ausencia de sentido, lo insoportable que necesitamos nombrar para conjurarlo, para que al haber sonido, apariencia de sentido, el silencio, el vacío, desaparezca. De lo que no se puede hablar hay que balbucear. Lo decible o lo indecible ¿qué preferimos? ¿el silencio o el ruido? Sonidos repetitivos, cadenciosos (¿no es la música otro balbuceo que se resiste al sentido?) enclaustrados en torres, en paréntesis, en un cuerpo o en una boca. Palabras que acaban siendo residuos, ecos, ruinas del lenguaje. Pienso en el cuadro de Bruegel, La torre de Babel. Se supone que la escena representa la construcción de la torre, y ya parece una ruina (acabo de terminar un puzzle de mil piezas de ese cuadro y me lo he pasado pipa). Pienso en la torre de Babel como símbolo de la construcción de lenguajes y de sentidos (y también de la confusión de las lenguas y los sentidos). Las palabras, que comenzaron siendo balbuceos y acaban siendo ya ruinas del sentido, son enigmas (y por tanto el lenguaje es más poesía que filosofía) sin desciframiento ni redención. Quieren nombrar lo que no tiene nombre. Las palabras, manejadas por el poeta, muestran el desmoronamiento de la razón. Aunque sin lenguaje no haya racionalidad, tal vez sea el lenguaje la torre en que perdemos la razón. Esa es la fragilidad de las palabras que son nuestro sustento, nuestras sumergidas palabras.

Pallaksch es todo y nada, sí y no, acaso...”Un enigma es brotar puro”, es el verso de Hölderlin que rescata Celan. Me parece oírle decir que la palabras ya no son inocentes, ya no brotan puras. Palabra, lalia, balbucear, balbucear, lallen, lallen, siempre, asíasí, zuzu... babel de balbuceos... El más grande de los poetas alemanes acaba en balbuceo su vida, el espantado poeta construye su torre-poema sobre ese Pallaksch entre paréntesis. En fin, un poeta habla de otro poeta, se balbucean cosas.

4 comentarios:

Fernando Broncano dijo...

Qué difícil es comentar a Paul Celan: tan lejos, tan cerca. Su voluntad de ruptura del lenguaje solo podría ser apreciada por un hablante nativo, muy nativo, de alemán. Su voluntad de hablar de lo que es inefable, la muerte en el Lager, es tan cercana como el origen de la poesía. Cuando pase nuestro tiempo, Celan quedará, pero no nuestra capacidad de entender. Hace poco, en uno de los semanarios culturales, alguien decía que Bernhard ha sido uno de los más influyentes autores en la nueva novela española, pero que como nadie sabía alemán había que adscribir el mérito al traductor. Lo mismo cabe decir de Reina Palazón. Comparar las dos traducciones, la de un buen traductor y la de un poeta tan grande como Valente, nos hace más conscientes de la fragilidad humana, especialmente en lo que respecta al lenguaje. Para romper el lenguaje hay que saber dónde pegar con fuerza, cosa que Valente no sabe, como sí lo sabe José Luis Reina Palazón. Y se me antoja que la propuesta de Gonzalo no es tanto sobre Paul Celan como sobre Valente.
Visitas de carpinteros ahogados.

Josep E. Corbí dijo...

'A la ceguera con-/vencidos ojos' (hermoso juego de conceptos partidos por el verso como la vida del superviviente) 'la barba de luz de los patriacas' (manantiales de un sentido robusto ya extinto y, sin embargo, aún añorado en el contrafáctico que golpea: 'si viniera), 'balbucir, balbucir' (el lenguaje que al romperse, abre el sentido, mas un sentido inseguro, balbuciente, como el propio lenguaje, como el contrafáctico. Un 'si viniera' al que no podemos renunciar y al que no podemos dejar ya de renunciar) y 'Hölderlin' (la idea de una tradición y de un patriarca, pero un patriarca sin barba de luz, quebrado en su brotar. La única tradición con la que Celan aún se encuentra, en su propia lengua, la lengua de quienes le perseguían y perseguían a gentes que decían que eran las suyas y las convertían en tales por mor de la propia persecución. Y, sin embargo, una lengua que no puede dejar de ser suya, como su historia), 'un hombre' (recuerdo a Levi y al propio Celan; la fuerza de ese sustantivo en su boca. La imposibilidad de pronunciarlo en indicativo, el regreso al condicional, un aspecto del balbucir: *Si esto es un hombre')

Nuño dijo...

Con ésta es la tercera vez que nos visita P.C. Algún embrujo, pues, ha de esconder para que busquemos tanto su compañía. Para mí,el encantamiento que me provoca lo encuentro en el "misterio" de su lenguaje al que acudo cuando me cansan otros lenguajes.
Y precisamente de lenguaje nos habla Gonzalo en su hermoso comentario ("lenguaje, lindero de tinieblas", cantaba P.C.). Y este es el "hueso" de todo quehacer poético: o se construye sobre arena para perpetuar las ruinas; o se depura el lenguaje ("un/ enigma es brotar/ puro") como lo hace el lenguaje cristalino de P.C (o el de Valente o,últimamente y hasta el extremo, Victor Sunyol). La vitola de la denominada "poesía del silencio" resulta paradójica: no es silencio, sino depuración, ¿ascesis?,¿sacrificio?; "Pallaksch"no lo entiendo como silencio, sino como dolor o su reflejo. El dolor y la ausencia mental de aquel personaje de un cuento palentino, que paseaba al atardecer por la orilla del Canal de Castilla gritando "Frómista", "Frómista", "Frómista". O la enigmática última palabra de "Ciudadano Kane".
En fin, ahí está el poema y la sabia contextualización que nos ofrece Gonzalo nos sirve para demostrar que el hermetismo, del que frecuentemente se moteja a su poesía, no es tal. Es evidente que obliga al lector entregado a una labor parecida a la de Gonzalo, pero P.C. se defendía contestando que hay que leer y seguir leyendo para que lo oculto se vaya mostrando.
Hay que leer y ver porque el contenido y el continente son dos piezas esenciales: lenguaje escueto, "cristalino", despojado de todo elemento accesorio y una sintaxis cortante; y la formalidad de los versos, cortando las palabras, acabándoles aquellos en simples preposiciones o desgajando el adjetivo demostrativo de su nombre. No le sirve ni la métrica, ni las estrofas al uso para conseguir transmitir lo que siente. Es un nuevo lenguaje que necesita un nuevo continente para guardar el "avatar" de su vida.

"A la ceguera con-/vencidos ojos" me parece más acertado que "A la ceguera per-/suadidos ojos" que nos vierte Valente. Me pasa lo mismo con "un/ enigma es brotar/ puro" frente a "un/enigma es/manantía pureza" (a pesar de la belleza de esta última versión). Creo que Fernando da en el clavo.

Perdón por esta demasía y salud para tod@s.

Gonzalo NC dijo...

Tienes razón Fernando, tal vez haya comentado más a Valente que a Celan. Llegué a Celan a través de Valente y mi lectura es deudora de la suya. Me gusta su traducción aunque coincido con Nuño en que a veces la traducción de Palazón parece más correcta.

Pallalksch como dolor, claro que sí. En cualquier caso, un dolor sin nombre, sin concepto. No quiero insistir en poéticas del silencio, pero, estaremos de acuerdo, no hay interpretación posible de estos peomas, sólo comentarlos y, sí, claro, seguir leyendo y leyendo...